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Acoso e Intimidación y los Patólogos del Habla-Lenguaje: Mejorando Nuestro Rol como Defensores (Bullying and SLPs: Enhancing Our Roles as Advocates)

Cada niño tiene el derecho de viajar en un autobús, utilizar un baño, participar en clases, caminar por los pasillos, comer sus almuerzos y caminar a casa después de estar en la escuela en un ambiente "seguro". Los patólogos del habla-lenguaje (PHL), quienes trabajan en escuelas con niños que tartamudean, pueden tener víctimas que sufren de acoso. Estos estudiantes, que son víctimas, pueden sentirse más cómodos de recurrir a un PHL para obtener ayuda durante las sesiones de tratamiento uno-a-uno para discutir este tipo de experiencia.

El acoso es una forma de agresión con tres características principales: a) la intención de daño; b) la repetición del comportamiento de intimidación; y c) un desequilibrio de poder entre el abusador o provocador y su víctima (Olweus, 1993). El acoso es una epidemia en nuestras escuelas, que crea efectos negativos y perjudiciales en el rendimiento académico de los estudiantes, su autoestima, su salud física y sus relaciones sociales. La evidencia científica demuestra claramente que esto conduce a un aumento de ansiedad, depresión, alienación, consecuencias negativas a largo plazo y en casos severos pensamientos y acciones suicidas (Arseneault, Bowes y Shakoor, 2010).

Hay cuatro personajes principales en este ciclo de agresión: 1) provocadores, 2) víctimas, 3) víctimas provocadoras y 4) espectadores. Sería genial si todo el mundo llevara etiquetas, pero no lo hacen. Los agresores no son sólo los "niños más grandes" que usan lenguaje grosero, con problemas de internalización y externalización o que tienen dificultades académicas. También se observa en las chicas populares, los líderes de clase, los estudiantes atletas y los favoritos del maestro. Incluyen a los estudiantes que muestran gran dificultad para aprender y a veces los niños más dotados en la escuela.

Las víctimas parecen ser más sensibles, débiles, tímidos y callados. También pueden mostrar habilidades y relaciones sociales más pobres e incomodidad en las conversaciones. Las víctimas tienden a ser descritas como provocadoras (responden a la agresión) o pasivas (no responden a la agresión). Estas últimas representan alrededor del 80% de las víctimas.

Las víctimas provocadoras también se conocen como víctimas de intimidación. Ellos atacan al provocador con agresión y a menudo comienzan a usar estrategias de enfrentamiento, las cuales imitan conductas de intimidación hacia otros. El personaje final en este ciclo violento es el espectador. Estos estudiantes son necesarios por el provocador para presenciar la lucha por el poder. Los espectadores asumen papeles divergentes de: a) animador / seguidor del provocador, b) protector / defensor de la víctima o c) espectador silencioso, perdido, temeroso y sin saber qué hacer.

El acoso afecta a todos los niños de una escuela. El acoso que se menciona comúnmente en la literatura incluye cuatro tipos: físico (ejemplos: golpear, empujar, patear, paliza), verbal (ejemplos humillaciones, lenguaje abusivo, insultos), relacionales, (ejemplos: difusión de rumores, exclusión de grupos sociales, discriminación entre pares) y la intimidación cibernética (ejemplos: mensajes de texto, tweeting, uso de la tecnología para infligir de manera anónima agresión sin contacto personal). Los niños con discapacidades son más vulnerables a las experiencias de intimidación (Rose, Monda-Amaya, & Espelage, 2009 Rose & Monda-Amanya, 2011).

Desde 2004, Ingrid Blood, nuestros estudiantes, colegas de Penn State University y yo hemos estado informando sobre los aspectos psicosociales y las percepciones de la orientación para la vida, la ansiedad, el estigma, la autoestima y la intimidación en jóvenes y adolescentes que tartamudean. Los datos indican claramente que los niños que tartamudean están en mayor riesgo de acoso (Blood y Blood, 2004; 2007; Blood et al., 2011). Sin embargo, a menudo el personal de la escuela no está capacitado para manejar el acoso. En un reciente estudio de 2010, examinamos las percepciones de los PHLs sobre la gravedad y la probabilidad de intervención en episodios de intimidación con estudiantes que tartamudean. Hemos informado que la mayoría de los PHLs piensan que el acoso físico, verbal y cibernético es muy serio y necesita ser intervenido. En contraste, los PHLs declararon que el acoso relacional era menos grave, por lo cual debe ser manejado de manera diferente y de manera más independiente por los estudiantes que tartamudean. Sugerimos que los PHLs simplemente necesitan más información acerca de la intimidación para mejorar nuestros roles como defensores y patrocinadores para el bienestar de los estudiantes que tartamudean.

Así que, cuando un estudiante que tartamudea quiere hablar de intimidación con un PHL, enseñamos el lema de STOP-IT, que es algo que podemos colgar en una pared en una sala de terapia como una muestra de defensa y apoyo.

(S)top / Parar la intimidación de inmediato,
(T)ag / Identificar el comportamiento,
(O)ffer / Ofrecer asistencia y apoyo social a la víctima,
(P)resent / Presentar consecuencias inmediatas y apropiadas para el comportamiento de acoso,
(I)nstruct / Instruir a testigos y espectadores,
(T)each / Enseñar estrategias de intervención a estudiantes, personal, padres y amigos.

Traducido por estudiantes, clase 2018 y facultad de Patología del Habla- Lenguaje de la Universidad de Puerto Rico:
Myleishka M. Santos Echevarría
Karla Rodriguez Henríquez
Cristina A. Cardona Fernández
Dra. Edna J. Carlo Mirabal