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Disfluencia o Tartamudez

Puede ser difícil distinguir entre la disfluencia que es parte normal del desarrollo y las primeras señales de tartamudez.

Por consiguiente, el diagnóstico de la tartamudez es casi siempre provisional y se basa tanto en la observación directa del niño como en la información que proporcionen los padres respecto a cómo éste se expresa en diferentes situaciones y momentos.

La sección siguiente (y este cuadro comparativo) ayudarán al médico a distinguir entre la disfluencia normal, el tartamudeo leve y el tartamudeo grave, con el fin de que pueda delegar el caso a un especialista cuando sea lo indicado.

La disfluencia normal

Entre los 18 meses y los siete años de edad, muchos niños atraviesan períodos de disfluencia del lenguaje vinculada a sus esfuerzos por aprender a hablar. Los niños de entre 18 meses y tres años de edad con disfluencia normal suelen repetir los sonidos, las sílabas y las palabras, casi siempre al iniciar una oración. Por lo general, esto ocurre en una de cada diez oraciones.

Después de los tres años de edad, el niño con disfluencia normal no suele repetir sonidos o sílabas sino palabras ("No-no-no puedo.") y frases completas ("No puedo-no puedo-no puedo ir".) También es común que usen "expresiones de relleno" como "eh" y "um", que cambien de tema en medio de una oración, que se corrijan y que dejen oraciones sin terminar. Los niños normales pueden manifestar disfluencia en cualquier momento, pero ésta tiende a aumentar cuando están cansados, entusiasmados, agitados, o se les está apurando para que hablen. También pueden perder fluidez cuando hacen o contestan preguntas.

La falta de fluidez de estos niños puede hacerse más frecuente por varios días o semanas o casi desaparecer por semanas o meses y después reaparecer.

En general, los niños con disfluencia normal parecen no estar conscientes de ella y no muestran sorpresa o frustración ante sus errores. Las reacciones de los padres suelen ser más diversas. La mayoría de los padres o no notan estas faltas de fluidez en sus hijos o las consideran normales.

Algunos padres, sin embargo, pueden mostrar extrema sensibilidad al desarrollo del lenguaje de sus hijos y preocuparse innecesariamente por lo que es un comportamiento normal. Estos padres, los preocupados en exceso, sacarían provecho de acudir a un foniatra - logopeda o terapeuta del habla - para que evalúe al niño y los asesore.

Cuadro comparativo

La tartamudez leve

Al igual que la disfluencia normal, la tartamudez leve puede hacerse más evidente cuando el niño comienza a formular frases de dos palabras. Los niños con tartamudez leve pueden demostrar las mismas repeticiones de sonidos, sílabas y palabras que los niños con disfluencia normal, pero suelen repetirlos más a menudo en general y más veces en cada ocasión que lo hacen.

Por ejemplo, en lugar de repetir una o dos veces una sílaba, la repiten cuatro o cinco veces: "¿Me-me-me-me lo puedes alcanzar?".

También puede que alarguen los sonidos de vez en cuando, diciendo, por ejemplo, "Mmmmmmami, mmmmme duele". Los niños con tartamudez leve suelen, además, reaccionar ante su disfluencia.

Pueden, por ejemplo, parpadear o cerrar los ojos, mirar hacia un costado o tensar la boca al tartamudear. Otro signo de tartamudez leve es la persistencia cada vez mayor de las trabas normales. Como se dijo anteriormente, las faltas de fluidez normales suelen surgir por unos días para después desaparecer.

La tartamudez leve, en cambio, se manifiesta con mayor regularidad. Puede que ocurra sólo en situaciones específicas, pero es más probable que se repita en estas mismas situaciones, día tras día. Un tercer indicio de tartamudez leve es que el niño se muestre, quizás no profundamente preocupado por su problema, pero sí momentáneamente avergonzado o frustrado. En esta etapa del trastorno, el niño puede incluso preguntar a los padres por qué le cuesta tanto hablar.

La reacción de los padres a la tartamudez leve varía. En su mayoría, se sentirán al menos un poco preocupados y se preguntarán qué deben hacer y si ellos son los culpables. Unos pocos ni se darán cuenta de que existe un problema. Otros podrán sentirse muy preocupados pero negarlo en un principio.

Cuadro comparativo

La tartamudez grave

Los niños con tartamudez grave dan muestras de gran tensión, esfuerzo físico y lucha por esconder su tartamudez y pueden incluso evitar hablar. Aunque la tartamudez grave es más común entre los niños mayores, puede surgir en cualquier momento entre el año y medio y los siete años de edad. En algunos casos, aparece después de un período de tartamudez leve de meses o hasta años de duración. En otros casos, surge de repente, sin que la preceda un período de tartamudez leve.

La tartamudez grave se caracteriza por la disfluencia de lenguaje en casi todas las expresiones verbales del niño. El tartamudeo suele durar un segundo o más. El alargamiento de los sonidos y los bloqueos verbales ocurren a menudo. El niño que padece de tartamudez grave puede, al igual que el niño con tartamudez leve, manifestar actitudes relacionadas con la tartamudez, tales como cerrar los ojos, parpadear, apartar la vista o tensar los músculos de la boca y otras partes de la cara. Mucho de su tensión se puede advertir por la manera en que la voz se le atipla o agudiza al repetir o alargar los sonidos. También es posible que anteponga sonidos como "um", "eh" y "bueno" a las palabras con las cuales espera trabarse.

La tartamudez grave es más probable que persista, especialmente en aquellos niños que han tartamudeado por 18 meses o más, aunque algunos se recuperarán de manera espontánea. La frustración y la vergüenza que genera esta dificultad pueden infundir en el niño el miedo a hablar. El niño con tartamudez grave suele mostrarse nervioso o defensivo en situaciones donde espera que le pidan que hable. Aunque es probable que tartamudee todos los días, se le notará más algunos días que otros.

Los padres de niños con tartamudez grave inevitablemente se preocupan de si el niño tartamudeará siempre y se preguntan qué podrían hacer para ayudarlo. Muchos también creen, erróneamente, que algo que ellos hicieron ha causado la tartamudez.

En casi todos los casos, los padres no han hecho nada que cause la tartamudez. Han tratado al niño que la padece igual que a sus otros hijos, pero no obstante siguen sintiéndose responsables del problema.

Es importante que estos padres sepan que la tartamudez de su hijo es el resultado de múltiples factores y no simplemente de algo que ellos hicieron o dejaron de hacer.

Las diferencias entre la disfluencia normal, la tartamudez leve y la tartamudez grave se resumen en la Tabla 1: Diferencias a considerar, diseñada con el propósito de ayudar al médico a determinar la necesidad de recomendar a su paciente a un foniatra. (logopeda, terapeuta del habla).

Cuadro comparativo